Talimambo Number Five es más que un cómic, es una novela gráfica o, mejor, una novela pictórica, porque Juan Kalvellido es más que un dibujante, es un pintor, un Goya de la era del photoshop. Esta obra es un producto verdaderamente mundial o, como se suele decir, “global”, o más bien “trans”: transcultural, transfronterizo, translingüístico, transpolítico.
Por su temática, en primer lugar: el encuentro –no tan improbable– entre Żāhir, talibán afgano evadido de la base estadounidense de Guantánamo, y Martín, un viejo campesino cubano, compañero de armas del Che Guevara durante la liberación de Cuba, al son de los mambos del inmortal Pérez Prado.
“Yo soy un hombre sincero de donde crece la palma”: el primer verso de la Guantanamera puede “aplicarse indiferentemente a Martín o a Żāhir. Ver detenidamente a estos hombres es entender que lo que los acerca es mucho más poderoso que aquello que los podría separar. Los cocos del Caribe son muy diferentes de los dátiles del Registán, pero siguen siendo palmeras”(Talimambo Number Five, p. 34).
Por sus lenguas: el texto de la novela está en español, francés, inglés y árabe, accesible, por tanto, a un público mundial muy amplio. Para abrir este libro, el público occidental tendrá que hacer el pequeño esfuerzo de olvidar los hábitos adquiridos ya que se abre y se lee de derecha a izquierda –como en lengua árabe–, y no de izquierda a derecha. Es una manera de ponerse en la piel de los “otros” y empezar a cambiar nuestra mirada.
Por sus creadores: la realización de Talimambo Number Five ha supuesto el trabajo conjunto de un autor, Antonio Beltrán Hernández en París y en Ciudad de México; un ilustrador, Juan Kalvellido en Málaga, Andalucía; un traductor, John Catalinotto en Nueva York; los editores workshop19; una traductora, Sihem Guesmi; un diseñador gráfico, Anouar Labidi y un impresor, Finzi, todos ellos en Túnez.
Por su mensaje, finalmente: Talimambo Number Five nos dice que la humanidad, más allá de ideologías y aparatos, tiene un destino común y puede encontrar una lengua común, en otras palabras, que un talibán puede aprender a bailar el mambo.
Ojalá que esta obra encuentre su público y sus émulos convirtiéndose, así, en la primera de una serie de novelas gráficas, pictóricas, que traten de manera creativa los grandes temas de nuestro siglo.
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