“Bueno, hoy murió la tía Verania. Digo “hoy”, porque apenas ahora me he enterado. De las palabras de ella que más recuerdo son las la que de cierto modo tenían un timbre profético, como aquéllas de que este país sería cada vez más invivible, para lo cual no se requería tampoco ser sociólogo ni ser brujo ni nada, sino que ella, con su cancha, su contacto con el pequeño mundo en que le tocó actuar se dio cuenta de que no había esperanza. “Los pobres cada vez seremos más pobres”, advirtió. Me parece que es hora de abrir otra vez el taleguito rojo, porque quizás a los desolados puertos de Verania todavía llegue algún barco.”
El Taller Glocal, noviembre de 2022
120 páginas
GW –
Reinaldo Spitaletta: Con magia en la escritura
Por Memo Ánjel, noviembre de 2022
Si queremos saber cómo es un barrio colorido, una calle en la que juegan fútbol, una ventana con una muchacha asomada, una puerta que cuenta historias y, en cada lugar, un personaje que haga posible lo Caribe, hay que leer la literatura de Reinaldo Spitaletta, escritor, periodista, fotógrafo, historiador y director de un programa de radio sobre cómo son y fueron los muchos elementos urbanos de nuestra ciudad. Nació en 1954, en Bello, una población conurbada con Medellín.
En la literatura de Spitaletta cabe todo, incluyendo brujas y estudiantes, gritos de la hinchada en el estadio y perros que se mueren después de ser casi humanos. Y cabe con colores y sonidos, formas y sombras, porque en estas tierras calientes (en las que los aguaceros son poderosos) la vida no se detiene. La gente camina y se enamora, se emborracha oyendo tangos y música tropical, y no se altera porque otros fumen marihuana o hayan perdido sus sueños políticos.
Pero hay más en esta literatura: la madre mágica, el padre que da clases de inglés, la tía que ejecuta magias, los amigos que tejen historias inverosímiles, los hermanos que comparten cada cosa, los parques en los que los niños se divierten montando en caballos de madera, las obreras contestatarias de las fábricas de textiles y las mujeres que se revuelven el pelo escuchando un bolero, que es baile que se hace amacizado (cuerpos juntos, piernas que se tocan, besos furtivos, sudores unidos). Y a todo esto, discos que suenan, músicos que esperan una contratación, universitarios que protestan, gobiernos malos y múltiples objetos pequeños que definen muy bien a sus dueños etc.
Reinaldo Spitaletta es un hombre del Caribe (luce camisetas de colores, zapatos deportivos, un bolso grande con libros y cuadernos). Y no del Caribe que está frente al mar, sino el situado en las montañas. Y es que, desde estas montañas, en menos de media hora se llega calores infernales y ríos que atraviesan el país. Es un Caribe calle arriba con gente de todos los colores.
El último puerto de la tía Verania
Esta es la primera novela de Reinaldo Spitaletta. La seguirán después El sol negro de Papá y La balada de un viejo adolescente. Y como primera novela, en El último puerto de la tía Verania se perfila ya el mundo del escritor (abastecido por sus libros de cuentos y crónicas): Bello (con estancias en Medellín), es su territorio literario. De allí nacen las historias y personajes; allí se vive en casas grandes, se sabe de ancianatos, se reza sin creer mucho y las muchachas van en bicicleta. Y de allí sale Verania, vieja bruja, pero atenta a lo que pasa en 1971, año de las grandes rebeliones estudiantiles y de la aparición de gente rara.
Verania es bruja caribeña que sabe de ensalmos y pociones, de convivir con los diablos y de jugar con Dios como si fuera con un balón. Ella lee el café, que está cargado hasta asquerosidad, lee los ojos y los aires, y hace parte de una familia en la que hay hombres gordos y otros chicos y flacos, gente con ojos de color diverso y sobrinos revolucionarios. Y quizá sea una historia familiar fabulada la de Spitaletta, pero de esa Verania le viene al escritor la magia con la que escribe. Verania barco de velas rotas, Verania brújula sin capitán, Verania puerto a lo lejos y sin poder llegar.
La primera edición de esta novela se hizo con la ayuda de un hombre que sabía de ajedrez y de billares, de plantas ornamentales y poemas que resultaron siendo trovas. Y que vivía en la misma cuadra en que sigue estando un teatro de películas para adultos. ¿Cómo dio Reinaldo con este editor? No lo sé. Sé el resultado: una novela pequeña en la que abundaba el color azul en la portada, muy fácil de cargar y leer, y bastante mágica, pues así se me perdiera, siempre aparecía. Una novela que le gusta estar entre buenos libros, anoté en la portada interior.
Reinaldo Spitaletta en siete frases
Un escritor que lo ve todo y no teme narrarlo; un viajero que se apodera de la esencia del viaje; un buen conversador e hincha de un equipo de fútbol que siempre pierde; un periodista contestatario de análisis profundos; un amigo al que se lo puede dejar de ver sin perderlo; un autor de cuentos y novelas con magia; un especialista en tango, música clásica y del Caribe. En síntesis, un escritor completo en medio de los calores y colores de estos climas.
Escrito en Medellín, donde los escritores (que son muchos) con magia son pocos, quizá uno o dos.
Memo (José Guillermo), Ánjel Rendón nació en 1954 en Medellín de padres sefardíes emigrados de Argelia. Doctor en filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, fue director de su Facultad de Comunicación Social. Es profesor universitario, escritor y columnista del periódico El Colombiano. Autor de numerosos libros (entre ellos, algunos escritos junto con Reinaldo Spitaletta) e incontables artículos. Lea su retrato por Sara Vélez Guerra, El hombre renacentista
https://www.facebook.com/memoanjel5/