Szmul Zygielbojm nació en una familia obrera de Borowica (voivodía de Lublin, 250 km al sureste de Varsovia) en 1895. Elegido en 1924 miembro del comité central del Bund, Unión General de Trabajadores Judíos de Lituania, Polonia y Rusia (Algemeyner Yidisher Arbeter Bund in Lite, Poyln un Rusland), partido socialista fundado en 1897, consiguió huir de Polonia pasando clandestinamente a la Alemania nazi en enero de 1940. De Bélgica huyó a Francia tras la ocupación, antes de llegar a Nueva York. En marzo de 1942 viajó a Londres, donde se convirtió en miembro del Consejo Nacional, el parlamento polaco en el exilio. Al igual que en Nueva York, todos sus esfuerzos por movilizar a los Aliados contra el exterminio de los judíos en Polonia resultaron inútiles: el 11 de mayo de 1943 se quitó la vida.
En una carta al presidente y al primer ministro polacos en el exilio, escribió:
“La responsabilidad del crimen de exterminar a toda la población judía de Polonia recae principalmente sobre los ejecutores; sin embargo, indirectamente, también recae sobre toda la humanidad. Las naciones y los gobiernos aliados no han emprendido hasta ahora ninguna acción concreta para detener la masacre. Al aceptar asistir pasivamente a la exterminación de millones de seres humanos indefensos – los niños, las mujeres y los hombres martirizados – estos países se han convertido en cómplices de los criminales.
No puedo permanecer en silencio. No puedo seguir viviendo mientras desaparecen los últimos restos del pueblo judío de Polonia, del cual soy representante. Mis compañeros del gueto de Varsovia han sucumbido, arma en mano, en un último impulso heroico. No se me ha concedido morir como ellos, ni con ellos. Pero mi vida les pertenece y yo pertenezco a su tumba común.
Con mi muerte, deseo expresar mi protesta más profunda contra la pasividad con la que el mundo observa y permite la exterminación del pueblo judío. Soy consciente del valor ínfimo de una vida humana, especialmente en el momento presente. Pero como no he logrado hacerlo en vida, tal vez mi muerte pueda contribuir a arrancar de la indiferencia a aquellos que pueden y deben actuar para salvar de la exterminación – aunque sea en este momento final – a este puñado de judíos polacos que aún sobreviven.”
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